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¿ QUÉ EFECTOS PRODUCEN LAS PALABRAS ?

Frente a la supuesta primacia de las imágenes en sus múltiples versiones, los podcasts y audiolibros representan la cercanía  entrañable de la antigua oralidad. Nos aproximaremos desde distintos ángulos a la realidad de las palabras,para analizar su importancia por los efectos que producen.


"Dijo Yahvé : "Haya luz" y hubo luz". En el acto creador del mundo, narrado en el Génesis, Dios une el decir, el hacer y el existir. El poeta argentino Roberto Juarroz incidía en esta dimensión creadora de la palabra : "El oficio de la palabra es un acto de amor: es crear presencia". La palabra, y aún más la palabra poética, tiene la gran capacidad creadora de revelar la esencia misma de las cosas. Igualmente los escritores, como "pequeños dioses", crean mundos a través de su escritura. "Somos palabras y cuando nos pronuncian, sucedemos" reza la última la estrofa de un poema del mejicano Jorge Mendez.


El 1 de Mayo de 1889 Emmy von N. comentó desde el diván : "No es necesario que me pregunte todo el tiempo sobre esto y aquello. Cállese doctor y escúcheme por favor". Freud tuvo el coraje de atender la demanda de su paciente, dándose así el primer paso de "la cura por la palabra" del psicoanálisis que incluía el relato oral del analizante y la escucha del analista. 

El ensayista y médico español Pedro Laín Entralgo publicó en 1958 : "La curación por la palabra en la antigüedad clásica" donde indicaba que para Platón la palabra verdadera tiene el poder de esclarecer la vida anímica, suscitando en el alma "como una chispa que la enciende". 

"Las palabras son lo único que queda para mantener a raya la oscuridad" señala en su novela " Las singularidades" el escritor irlandés John Banville, premio Princesa de Asturias de las Letras en 2014. Las palabras sirven para dar forma a los fantasmas de nuestro  inconsciente, a fin de que así puedan ser  iluminados y expuestos a un abordaje terapéutico. Esta dimensión "sanadora" de la palabra se extiende a cuando uno habla consigo mismo, que equivale a poner sonido y orden en el propio interior. "Mi soliloquio es plática con ese buen amigo que me enseñó el secreto de la filantropía" escribió Antonio Machado. en su "Autobiografía". 

"Háblame para que no se duerman mis sentidos" canta Manolo García en uno de sus más conocidos temas. Con la misma intención, aunque buscando efectos contrarios, las madres leen cuentos a sus pequeños o los arrullan con palabras para introducirlos en el sueño.


"El infinito en un junco" es una obra en la que la escritora Irene Vallejo aborda la historia de los libros. Frente a una oratoria cautivadora, tal y como especialmente sucedía en la Antigüedad, los libros, la palabra escrita, posibilita al lector detenerse, hacer un alto reflexivo y crítico que le permita interiorizar lo que lee, a fin de establecer su propio juicio.

La palabra escrita garantiza lo acordado ante el riesgo del incumplimiento o de lo incierto y vago de las promesas. Este era el sentir de Tito Livio cuando en un discurso al senado romano  pronunció su célebre "Verba volant" (lo que se dice se lo lleva el viento). Así sucedía en aquella abundante retórica del mundo de la política, mientras que lo incluido en textos comprometía a sus autores por la permanencia de lo escrito.

La misma escritura acerca de uno mismo, como sucede en la redacción de los diarios íntimos, sirve igualmente para elaborar los pensamientos, ayuda a desbloquear y conocer las emociones asociadas a ellos.


Mediante el lenguaje damos forma a la sociedad. Las palabras son el intercambio simbólico que vincula a los seres humanos, originando  un nuevo orden del ser en las relaciones entre los hombres. Por su propia etimología, diálogo se define como la plática entre las personas que alternativamente manifiestan sus ideas o afectos. En este intercambio, la palabra es tanto de quien la pronuncia como de quien la escucha, porque al escuchar la voz del otro se inaugura su relación social con él.

En la comunicación que las palabras constituyen, el silencio es un recurso fundamental como marco de respeto y atención, que hace posible el verdadero diálogo. Su valor en los intercambios verbales consiste en callar cuando no se debe hablar y en hablar cuando no se debe callar. Existe un proverbio árabe que realza su valor : "No abras los labios, si no estás seguro de que lo que vas a decir es más hermoso que el silencio" Esta conjunción de palabra y silencio la expresa Pablo Neruda en un verso de su Poema 15 : "Déjame que te hable también con tu silencio, claro como una lámpara, simple como un anillo".


No es "oro todo lo que reluce" en estas miradas sobre la oralidad.  Contrasta con lo antes señalado, la realidad de las "palabras necias". En un pasaje de" El Quijote " Cervantes refiere como vacua la palabra de Sancho, mientras que el caballero andante exclama: "No he perdido, ni puedo perder la virtud de cumplir mi palabra".

Igualmente y en relación al contexto terapéutico, Jacques Lacan distinguirá en el ejercicio del psicoanálisis, la oposición existente entre palabra plena y palabra vacía, en razón de que se acerque o aleje de la verdad enigmática del deseo inconsciente.

Nos referimos ahora pues  a un uso "menos noble" de las palabras. Palabrería, charlatanería, verborrea,...son diversas formas de llamarlo. Entre ellas el término palabrota, que cuando equivale a insulto convierte el lenguaje en una contienda, donde las palabras pueden "herir más profundamente que una espada". 

En relación con todo este uso "necio" de las palabras, varios estudios en la actualidad recogen que cada vez hablamos más sobre nosotros mismos. Según una investigación de la Universidad Estatal  de Nueva Jersey, el 60% del tiempo en una conversación lo pasamos contando nuestras cosas. Se han multiplicado además las opiniones sin base, lo que ha venido en llamarse "neurosis opinadora". El escritor americano Dan Lyon a esta frecuente incontinencia verbal la llama "talkaholism"( adición  a hablar o narcisismo conversacional). Probablemente tenga que ver con esta tendencia a llenar cada hueco en la conversación, lo insoportable que se nos ha vuelto el silencio ("horror vacui").


¿ Qué pensar acerca de la soledad, incluso de la salud mental, en relación con la ausencia de las palabras? ¿Sigue el honor ligado a la palabra como ocurría en otros tiempos? . ¿Nos constituye el lenguaje como personas porque no solo somos una realidad física sino también lingüística?.


¿ Y TÚ QUÉ PIENSAS ?.




                                              


 

  


Comentarios

  1. Parole, parole, parole...
    Me vienen a la cabeza las palabras vacías de la cantante italiana Mina que sonaban en todas las radios de los años setenta.

    En su lanzamiento la cantaba a duo con Alberto Lupo, porque las palabras necesitan de un emisor y de un receptor.

    Y a partir de estos dos ingredientes imprescindibles comienza la conversación, el diálogo, el monólogo acompañado, la soflama y todas las demás variedades de alguien que emite palabras y alguien que las recibe.

    Y según las formas de emisión y sus contenidos, así como las características del receptor (de oyente simple a escuchante atento, de escucha inocente a perceptor endiablado), transcurrirá esa comunicación.

    Y es que las palabras no son inocentes. Su espectro oscila entre su contenido más inocente hasta la carga de agresividad más demoledora.

    Por eso hay que tener mucho cuidado en cómo se emiten y en qué quieren decir.

    Y en el medio en el que se lanzan: en persona (a la que acompañan los gestos, inflexiones de voz, etc.) o en chats en los que no se ven emisor y receptor.

    Esto del medio es uno de los problemas más claros de wasap: escribir como si se estuviera hablando es el error sistemático más frecuente, su sesgo más arriesgado: uno dice lo que quiere y el otro escucha lo que le da la gana...

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  2. Pienso que en la actualidad el poder de la palabra ha perdido su verdadero significado. Saturados de palabrería oral o escrita, las personas nos comunicamos poco, mal o nada. Para mí no hay nada más importante para definirme como ser humano que una palabra. Mediante ella puedes comunicar al otro tus sentimientos, pensamientos o afectos. Una palabra te puede herir o sanar, según el tono, el contexto y el momento en que sea dicha. Las palabras de un escritor creanmundos, sueños, sensaciones. Tal vez por todo esto me gustan muy poco los wasps.

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  3. SALVADOR COMPAN Escritor comenta:
    Siempre me acuerdo de Emilio Lledó cuando se habla del valor de la palabra a la que consideraba como la raiz del ser, el gen matriz de las personas: " O somos palabra, o no somos nada". Igualmente recuerdo a Juan Ramón Jiménez en el poema " Inteligencia dame el nombre exacto de las cosas que mi palabra sea la cosa misma".
    Durante la Contrarreforma Felipe II se puso al servicio de la ortodoxia de Roma siendo garante de la misma a través también de la defensa del Indice de Libros prohibidos por la Inquisición, a la vez que situó a los españoles en lucha contra los protestantes. Estos "herejes" leían el libro por antonomasia, la Biblia, traducida a su lengua por Lutero, lectura que fue un acicate para luchar contra el analfabetismo y para extender entre ellos los hábitos de lectura. Por el contrario nuestra Biblia estaba escrita en latín, la Vulgata, no accesible por tanto a la lectura directa del pueblo, sino bajo el control de la jerarquía de la Iglesia Católica. Incluso los que la tradujeron al castellano fueron perseguidos y tuvieron que salir huyendo del monasterio de Santiponce, publicándola tardíamente en Basilea. Fuimos un pueblo condenado a no leer, a quien se le enseñó la doctrina a través de las imágenes sagradas. Esa condena a no tener acceso a la palabra, y permanecer en la incultura de la imágen, se ha prolongado en el tiempo a través de una cierta exclusión de la Europa del conocimiento. Sirva esta referencia como una metáfora resumen de nuestra situación.

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    1. Muy de acuerdo, Salvador. ¡Cuanto daño nos ha causado el catolicismo a los hispanos peninsulares y de ultramar!

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  4. MIGUEL GARRIDO Profesor de Psicoterapia en la Facultad de Psicología comenta:

    Buenas tardes Juan Luis. Me has pillado leyendo la preciosa obra de Irene Vallejo, El infinito en un junco, de la que hablas en tu rico escrito. Que interesantes reflexiones sobre la palabra, la oralidad, la palabra escrita y el silencio. Tantos años vividos como psicoterapeutas de formación dinámica nos han enriquecido y enseñado a valorar el tesoro de la palabra y el silencio. Bellísima expresión de la palabra como creadora de presencia que recoges. Como decía el psicoanalista A. Nacht, “la presencia benevolente del analista”… expresión llena de paciencia, respeto y admiración por el otro. La famosa historia de Emmy con Freud me parece una anécdota única para mostrar cómo el respeto al ritmo de cada uno y la empatía son fenómenos imprescindibles para el tratamiento y para toda la vida. En un mundo de Prepotencia e invasión del otro, me parece imprescindible recordarnos y recordar a los otros que la comunicación sana supone escuchar y respetar el ritmo del otro. La ideas de las palabras vacías y palabras llenas que recoges en tu escrito siempre me ha parecido una de las mejores aportaciones de Lacan. Con qué frecuencia llenamos el “vacío existencial” con palabras vacías, somos papagayos del miedo y de la angustia. El silencio nos lleva a recuperar el sentido de la dignidad y el respeto por nosotros mismos y los demás. En fin, Juan Luis, mil gracias por tu intenso y acertado escrito que nos aporta muchas emociones y experiencias algunas vividas y otras nuevas. Gracias por no dejar que se duerman nuestros sentidos como nos recuerdas desde la maestría de Machado. Y estupendo el consejo para evitar la “neurosis opinadora”… en un mundo con millones de estímulos y poco silencio…

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  5. Nuestra cultura de hombrea blanco occidental nos ha condicionado a dar la espalda a nuestra primigenia naturaleza animal biológica. No vivimos en nuestra cabeza, nos realizamos plenamente es ese espejo que son los demás. El cuerpo humano es el mejor retrato del alma humana y por tanto de la palabra. Hablamos con los ojos y los oidos, con las manos y los pies, con la boca y con toda nuestra corporalidad. A este tenor Carolina Eliaschoff ha escrito un libro (El cuerpo y la palabra) en el que describe varios casos de bebés y lactantes en los que una interpretación psicoanalitica condicionaba cambios sorprendentes. Quien puede afirma que es mas verdadero,la sonrisa está determinada por un neuropeptido o mi bebé me sonrió. El libro de la psicoanalista nos plantea la siguiente pregunta: ¿Como es que loa seres hmanos aun antes de haber adquirido el lenguaje pueden comprenderlo?

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