Al "Teléfono de la Esperanza" donde la escucha es fundamental.
Escuchar proviene del término latino "auscultare" que significa oír con atención y concentración las palabras de un interlocutor, interpretando su mensaje a través de la memoria y la reflexión.
   
 
Nos detendremos en primer lugar en los presupuestos de lo que ha venido en llamarse recientemente una" filosofía del escuchar". En ella se señala que cuando verdaderamente escuchamos, la atención que prestamos al otro hablante suspende nuestro egocentrismo, facilitando que podamos colocarnos en el punto de vista del emisor. Requiere ejercitar por parte del que escucha un silencio verbal y emocional, desentendido de sus propios intereses y apartando prejuicios en la apertura hacia el interlocutor. Permitimos así que la palabra del otro pueda transformarnos, no tanto porque  cambiemos cuando le escuchamos, sino por dejar abierta la posibilidad de modificar lo que pensamos. La relación dialogal se invierte, puesto que el énfasis no se pone en las palabras del otro, sino en la atención que  presta quien le escucha. Es un verdadero desafío aún mayor, cuando se trata de escuchar a otro no solo diferente, sino opuesto a lo que uno piensa. Tal situación exige aceptarle legítimo en su diferencia, al mismo tiempo que autónomo en su proceder. Entendido con esta filosofía, el escuchar se nos aparece como una actitud que compromete al ser humano en su totalidad. Todas estas exigencias y complejidad justifican que diferentes autores de muy distintas épocas, hayan titulado esta actividad humana como "el arte de escuchar".
Señalaremos a continuación algunos elementos en esta cuestión de la escucha al otro, dado que en nuestro tiempo esta forma de dialogar parece ser algo verdaderamente insólito.
En la " La rebelión de las masas ", su más conocida obra, Ortega y Gasset describe un concepto de hombre que conserva su actualidad, a este respecto: "El hombre masa, el hombre medio, ha perdido el uso de escuchar". Nuestro gran filósofo desarrolla esta tesis:"¿ Para qué va a oír si ya tiene dentro cuanto le falta?. Ya no es el tiempo de escuchar, sino al contrario : de juzgar, de sentenciar, de decidir. No hay cuestión de vida pública donde no intervenga, ciego y sordo como es, imponiendo sus opiniones". Con unos discursos cerrados y previsibles, y ante la ausencia de una verdadera escucha, por parte de sus opositores, muchos de los actuales políticos ejemplifican esta sordera, señalada hace 100 años por nuestro pensador.  ¿Es tan sólo en la esfera pública donde encontramos el no escuchar?. En general lo único que parece importarnos, en nuestros diálogos, es destacar o convencer hablando, mucho menos que aprender escuchando. Prevalece el ego en detrimento del nosotros, el lucirse en lugar del saber.
Pareciendo un ideal los presupuestos de esta filosofía del escuchar, cabe preguntarse si se puede aprender. Habría que hacer la salvedad de que este aprendizaje no tenga otras motivaciones solapadas. No sería escuchar para seducir o por intereses espureos, sino para participar en el relato compartido del saber.  
El periodista Martí Gómez, premio nacional de periodismo en 2008 y recientemente fallecido, escribía sus crónicas bajo el lema :" Ante cualquier acontecimiento pregunta y escucha". Para el ejercicio de su escritura, en la que concebía  la vida como un montón de historias personales, decía necesitar fases de silencio para poder escucharlas.
Raimon Panikkar filósofo y teólogo, hijo de madre catalana y padre indio, desarrolló una filosofía interreligiosa e intercultural, con una nueva apertura respetuosa a la escucha con otros sujetos y tradiciones, no occidentales. En 2009 el Ayuntamiento de Barcelona le concedió la medalla de oro al mérito cultural por haber hecho del diálogo entre diferentes tradiciones, la esencia de su vida y la manera de relacionarse con los otros.  "Marché de España a la India cristiano, me descubrí a mí mismo hindú y volví budista, sin haber dejado de ser cristiano" resumía con esta frase.
Aludiremos finalmente a dos importantes corrientes de la Psicología que han hecho de la escucha un tema central.
Carl Rogers psicólogo estadounidense inició, durante el siglo pasado, un enfoque humanista en la Psicología. Enfatizó en los tratamientos, una atención que implicaba escuchar lo que la otra persona trataba de comunicar, gestos y emociones incluidas. Prestaba todo su interés al mensaje del emisor, tratando de comprenderlo en profundidad mediante" la escucha activa". Señalaba que un terapeuta tenía que centrar toda su energía mental en las palabras del sujeto hablante, teniendo además en cuenta las circunstancias y el ser del mismo.
Sigmund Freud, padre del psicoanálisis, escuchó a pacientes histéricos y fueron estos quienes le enseñaron a callar, a no tratar de imponer sus preguntas, a dejarlos libres en su hablar mediante la llamada así asociación libre. "La escucha analítica" se refiere a guardar silencio para poder escuchar lo que cuenta el analizante, lo cual tan sólo es posible acallando los prejuicios y deseos del psicoanalista.
¿ Y TÚ QUÉ PIENSAS ?
No estamos acostumbrados a la escucha sino a preparar nuestros contraargumentos cuando el otro habla
ResponderEliminarQué gran verdad!
ResponderEliminarMIGUEL BRODER comenta:
ResponderEliminarDel escuchar procede la sabiduría y del hablar el arrepentimiento.
Ciertamente es importante el escuchar atentamente, pero no se hace lo suficiente.
ResponderEliminarSe suele "oír" pero no escuchar para así no solo empatizar, que tambien, sino para poder ayudar o consolar etc a quien nos habla. Cada vez estamos mas alejados los unos de los otros por múltiples causas y con la tecnología aun mas. Saludos para todos.
Magnifico tema, JuanLu, el que hoy nos planteas. La comunicación es mi leit motiv desde que comenzó el milenio, hace ya 24 años. Generalmente oímos pero no escuchamos. Muchas veces porque el emisor emite en otra frecuencia, soltando juicios de valor que desvirtuan el mensaje. Otras veces porque nos ponemos a la defensiva y estamos preparando nuestra respuesta inmediata a la vez que oímos a nuestro interlocutor. Pocas veces escuchamos de verdad.
ResponderEliminarUn acierto, JuanLu, tu reflexión para febrero. Y un abrazo.
Buenas tardes. Juan Luis, te felicito por abordar este tema de escuchar, porque es una de las mayores deficiencias de la sociedad de nuestro tiempo, empezando por mi modesta persona. Saber escuchar y aprender a escuchar es una práctica muy importante y aconsejable que induce a la reflexión, algo tan necesario y saludable.
ResponderEliminarSiento no poder asistir a tu disertación en la tertulia de hoy que estoy seguro que será del máximo interés. Saludos cordiales.
Triste realidad, pocas personas saben escuchar hoy en día y que bonito es escuchar y sentirte escuchado...
ResponderEliminarDesde siempre no se escucha al otro pero ahora ni se escucha ni se oye.
ResponderEliminarMagnífica tu entrada del blog del 1 de febrero. Pienso que hoy día escuchamos poco. Y cuando se hace, generalmente es para etiquetar, juzgar u opinar para lucirse el que pretendidamente está escuchando. Realmente es un arte el hecho de escuchar para aprender. Y necesitamos tanto ser escuchados!!! Opino que la mayoría de las veces ni siquiera oímos lo que nos dicen. Y no hablo de los políticos...me refiero a los que hablamos de cualquier cosa.
ResponderEliminarEscuchar es aprender y desprenderse de la cáscara defensiva de la incomprensión del diferente y ajeno y por ello necesario para ayudar y ayudarnos a ser más sabios y completos.
ResponderEliminarHola Juan Luis.Que tema tan interesante. Cuanto tenemos que aprender y ejercitar el escuchar a los otros!!! Gracias
ResponderEliminarHace muchos años que creo que una de las cosas más importantes que tiene que hacer un psicoanalista es escuchar, escuchar mucho y hablar menos.
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