A lo largo de la historia de la humanidad diversas disciplinas e instituciones han hecho del silencio objeto de su consideración. Buscaremos aquellas versiones del silencio con las que afrontar la distorsión subjetiva que nos causan los "ruidos" interiores que padecemos.
La profesora de Humanidades de la UNED Marta Bailon aborda la conexión entre el silencio y las religiones antiguas. En el mundo egipcio se asocia el silencio con el arte de escuchar, constituyendo también la unión mística con el principio creador. Respecto al budismo lo identifica como la religión del silencio ya que esta institución considera al mundo que habla como el mundo de los engaños y la ilusión. De hecho la práctica del yoga es un procedimiento elaborado para hacer silencio en nuestro interior. En la lengua tamil, una de las lenguas indias,"Mounam" es el silencio con diversos propósitos espirituales como el autocontrol, la introspección, la búsqueda de quietud mental y el aumento de la energía vital. Mencionaremos aquí la meditación zen una de las aportaciones más sugerentes del budismo tradicional japonés. Se caracteriza por la supresión de todos los ruidos para poder alcanzar un estado de plena conciencia y que la mente entre en calma mediante el proceso meditativo. Finalmente desde tiempos muy antiguos, refiere esta investigadora, entre los semitas, el silencio ha sido asociado a la sabiduría, bien como estado especial que propicia el acceso al conocimiento, bien como prueba de sabiduría del propio hombre que se mantiene en silencio.
Nos detendremos en una de las consideraciones que acerca del silencio aparece en la Biblia: la que se produce en el acto de callarse de forma consciente y voluntaria. Esta forma particular de silencio está muy presente en el libro de los Proverbios del Antiguo Testamento. El origen de este libro sapiencial se remonta al siglo VIII a.de C. y los sabios que lo escribieron eran tributarios del entorno cultural en que se encontraba el reino de Judá por aquel entonces. En el capítulo 17 de este libro encontramos esta sentencia: "Hasta el necio si calla se le tiene por sabio, por inteligente, si cierra lo labios". (vers. 28). En el capítulo siguiente aparece: " En las muchas palabras no faltará pecado, más el que refrena sus labios es prudente". Y añadirá más adelante: "Nunca respondas al necio de acuerdo con su necedad para que no seas tú tambien como él" ( Prov. 26,4). También en otro de los libros sapienciales, el Eclesiastés, encontramos esta máxima: "Aquel que guarda silencio es prudente, tiene conocimiento y es de espíritu sereno" (3,7).
Este mensaje de prudencia en el hablar se reiterará en el Nuevo Testamento y así se puede leer en la Epístola a Santiago: "Todo hombre sea pronto para oír y tardo para hablar". Esta versión del callar voluntariamente, los exégetas la ejemplarizan en la actitud de Jesús de Nazareth en algunos de sus silencios. Así ante las acusaciones de los ancianos y sacerdotes durante su proceso judicial, ante el propio gobernador romano que le juzgó e incluso cuando algunos le increparon durante su ejecución.
La disciplina del silencio del filósofo y matemático Pitágoras tenía como objetivo calmar y hacer una mente más reflexiva mediante el autocontrol de la palabra. Así podría emerger la auténtica esencia del individuo. El principio básico que rige la disciplina del silencio parte del hecho de lo que le cuesta a los humanos el controlar su hablar. Esto era en opinión de Pitágoras causa importante de tragedias personales así como origen de muchos sufrimientos en la propia vida."Escucha y serás sabio. El comienzo de la auténtica sabiduría parte del silencio" decía Pitágoras. Un siglo después, Sócrates buscaba crear la perplejidad entre sus discípulos: "La perplejidad lleva al silencio, a la espera, invita a la paciencia".
El profesor de Ética Adan González en una sesión dedicada al silencio en el Taller de Filosofía que imparte desde 2008, refiere igualmente que los filósofos estoicos aconsejaban la práctica del silencio frente a los peligros que el decir de las palabras incluia. La práctica del silencio fortalecía el carácter y acrecentaba la sapiencia para escuchar a otros. Calificaba la sentencia de Hume "de lo que no se sabe es mejor no hablar" como cautela intelectual o precaución. Y extiende su análisis hasta el principio que sostiene Wittgenstein que hay que callar acerca de lo que vale la pena y lo que nos apasiona no desgastarlo con palabras. "De alguna manera el lenguaje custodia con celo aquello que no puede quedar expuesto al comentario insensato" escribió este filósofo austriaco del lenguaje del siglo pasado.
El 12 de Mayo de 1889 una mujer conocida como Emmy Von N., durante una sesión con Sigmund Freud al instarle que la oyera a ella, cuestionó la estructura de la propia terapia. Hasta entonces había consistido en la relación paciente-especialista en la que él primero debía atender los consejos o señalamientos del especialista. Para que el cambio sucediera se hizo necesario que Freud atendiera su demanda guardando silencio. Este encuentro contribuyó para que el padre del psicoanálisis abandonase la hipnosis como método terapéutico abriendo una ventana silenciosa llamada escucha psicoanalítica. El que el analista guarde esta abstinencia de silencio de cara al paciente es disponibilidad para que este lo rellene a través de la regla fundamental de la asociación libre. El psicoanalista es quien queda en silencio para que el analizante hable.
Jacques Lacan destacó tres valores del silencio como regla de la escucha analítica. Para el psicoanalista se trata de escuchar. Es por su silencio que se le supone su saber y el amor surge como efecto de la escucha. En segundo lugar es como el propio Lacan escribió "no soy quien para juzgar la virtud de esas vidas". Supresión pues de todo juicio moral por su parte ya que el analista no es un ejemplo, ni un modelo a identificarse. Por último no traicionar los secretos es un deber del analista.
¿ Y TÚ QUÉ PIENSAS?.
Entiendo el silencio como capacidad de escuchar al otro. Por otra parte el silencio interior para oírse a uno mismo, para reflexionar ante lo hecho o lo que vas a hacer o decir, lo considero necesario, signo de prudencia e inteligencia. Ya dice el refrán: dueño de tu silencio y esclavo de tus palabras. Personalmente, prefiero callar y aprender antes de parlotear de cosas que no sé, no entiendo o no considero de mi incumbencia. Me "molestan" las personas que charlan sin cesar, y sobre todo las que no saben escuchar
ResponderEliminarAunque me entraron muchas ganas de quedarme en silencio ante tus estupendas palabras no he podido para darte las gracias. Cuando pude estar toda una sesión en silencio como terapeuta después de haber estado otras como paciente fue verdaderamente cuando entendí al valor del silencio y sobre todo que ningún dinero puede pagar el precio del silencio. Del mismo surge la vida, el respeto y la creatividad. Gracias Juan Luis por tus reflexiones tan útiles para estos tiempos de vacaciones en los que parece que el silencio está más prohibido y mal visto que nunca. Un abrazo.
ResponderEliminarMuchas gracias por recordarnos el valor de la escucha y la necesidad del silencio, que nos ayuda a oirnos.
ResponderEliminarComo respuesta a tu pregunta, pienso que es de una gran sabiduria repartir bien el binomio: hablar, sin ruidos, frente a permanecer callada, sin indiferencia.
Efectivamente, este mes viene muy a propósito esta gran reflexión sobre el silencio. El mes de vacaciones por excelencia está lleno de ruidos ensordecedores en playas y restaurantes. Y cuando consigues escuchar cualquiera de sus conversaciones, puedes oir lo vacías de contenido que están. Solo hay ruido y más ruido, frases repetidas hasta la saciedad, sin ningún interés. Es como el ruido de las cotorras cuando se juntan, no dicen nada pero hacen presencia del otro, compañía.
EliminarMANUELA ALMUEDO profesora de Yoga ha comentado:
ResponderEliminarLa meditación es algo que requiere una formidable base de rectitud virtual y orden, pero sobre todo Silencio, escucha el silencio, saborearlo, el silencio es la música del Alma,
CRISTINA desde la rebotica de su farmacia comenta:
ResponderEliminarEl silencio mental no es fácil de conseguir, pero con la práctica constante de un ratito de meditación al día, se logra acallar ese fluir desordenado de pensamientos, imágenes, recuerdos...que es nuestra mente gran parte del tiempo. Y esto, a la vez que nos proporciona un rato de paz y bienestar, también fortalece nuestra capacidad de concentración y nos permite observar el funcionamiento de nuestra mente. Está muy bien explicado, con fundamentos científicos, en el libro de la neurobióloga Nazareth Castellanos "El espejo del cerebro", que te recomiendo. Para mí ha sido todo un descubrimiento de cómo funciona nuestro cerebro y cómo podemos mejorarlo.
Un abrazo.
Me parece una reflexión interesante y la comparto. Solo hecho de menos que cuando se refiere a la Biblia se queda solo en el Antiguo Testamento y en alguna actitud de Jesús con sus silencios. En la propia enseñanza de Jesús, el hecho de sus retiradas y recomendaciones a orar, las recoge la Iglesia Católica cuando insiste en la necesidad de la oración, tanto verbal como en meditación, en silencio.
ResponderEliminarMIGUEL GARRIDO profesor de Psicología en la Facultad de Sevilla ha escrito:
ResponderEliminarAunque me entraron muchas ganas de quedarme en silencio ante tus ricas palabras no he podido porque tenía necesidad de darte las gracias. Hace ya tiempo que pude estar como psicoterapeuta toda una sesión en silencio y años antes habi estado varias sesiones en silencio como paciente. Fue entonces cuando entendí el “precio del silencio”. Una experiencia “impagable”, un tesoro para nuestras vidas. El precio del silencio es hoy día un valor en alza. Del silencio surge la vida, el respeto y la creatividad. Tus reflexiones son un buen reflejo de lo que vivimos hoy día en una época llena de ruidos, que favorece la virtualidad del ser, y una dificultad acrecentada para ser uno mismo. Responder a todos y en todo momento es la mejor manera de comerse el espacio personal de la reflexión. Estamos diariamente escapando de nosotros, aterrorizados por el sentir de un silencio amenazador y agotados por dar una imagen de nosotros mismos que paradójicamente no conocemos. En fin, amigos y amigas, “que bellos es vivir en silencio” para poder oír a la naturaleza, el correr de los ríos, el ir y venir de las olas y sentir que no es necesario decir mucho, solo gracias… gracias al silencio que nos enriquece la vida acentuando las diferencias de los ricos sonidos del mundo.
El escritor SALVADOR COMPAN ha escrito:
ResponderEliminarMuy buena “antología” sobre el silencio, Juanlu. Enhorabuena.
Claro que sí: el silencio nos reconstruye, nos defiende del exceso de “ruido” y nos permite tutearnos con nuestra identidad. O algo así. Porque nuestra identidad no deja de ser una mera construcción externa, hecha con materiales sociales, o un simple y piadoso deseo.
Pero me interesa más comentarte la sobrevalorización del silencio para mejor darle una interesada función. Esa inducción a callarse, utilizada por todo tipo de poderes, que han sublimado el silencio para mejor perpetuarse en su pedestal. Fíjate, en una sociedad de esclavos, de puro abuso del hombre sobre el hombre, el Antiguo y el Nuevo Testamento, y las otras dos religiones del libro, lo recomiendan o exigen, lo llaman virtud, lo oponen al pecado. El silencio, vienen a decir, y no la palabra, te salvará. La sumisión, y no la rebeldía, te lleva al cielo. La religión se asimiló (si no nació directamente) como fruto e instrumento primordial del poder. A la estela del silencio (de la conformidad) como camino al cielo, todas las dictaduras y autocracias, itodas llas inquisiciones, y todos los jefes de oficina, y todos los padres de familia, y todos los directores de algo, maestros y curas, sin olvidar a todos los alcanzados por la propaganda de la prudencia (pregonada siempre por los favorecidos por el status quo), todos ellos utilizan el silencio, que es siempre el silencio de los otros, porque las palabras, las leyes, las normas o la doctrina viene desde las esferas de los favorecidos, de los que mandan que todo permanezca con tal de no ver amenazados sus privilegios.
Solo quiero decir que habría que distinguir entre un silencio individual (necesario para la recepción, el ánalisis y la capacidad crítica) y el silencio social, que podríamos traducir por subordinación, por prudencia, por pasividad, por aceptación acrítica de las imposiciones o consejos de los que viven a costa del silencio de los corderos.
Totalmente de acuerdo. Pero qué bien escribes, puñetero amigo. Y además filosofas y politizas, ¿o es lo mismo?
EliminarMANOLO OSUNA comenta:
ResponderEliminarJuanlu,
No me queda más remedio, que permanecer en el más absoluto silencio, para “saborear” tu exposición sobre el silencio, diría clase magistral…
Me obligaste a reflexionar sobre el silencio, siempre me molestaron las muchas personas del entorno que son máquinas parlanchinas, y me encontré en plenitud en la soledad de la montaña…
Después de leer tu magnífico escrito, no me siento capacitado para entrar en tu blog.
Solo disfrutaré, releyéndolo.
Gracias por tus palabras, las recibo como una preciosa invitacióna a una práctica tan necesaria e infravalorada. Demasiado ruido, demasiada prisa que nos aleja de una sencilla calma. Gracias por el recordatorio. Un abrazo.
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ResponderEliminarVICTORIA NARANJO comenta:
Hola. Me gustaría compartir esta reflexión. El silencio como sedante, como una oportunidad para mirar dentro de uno, o como terapia para el cuerpo y el alma. O la necesidad del ser; de apartarse del mundanal ruido etc..en definitiva: es magnífico cuidar y beneficiarse de esa filosofía, pero en la sociedad de hoy es difícil tener oportunidades para alcanzar ese clímax. Pero no debemos olvidar tampoco, el silencio que conlleva la soledad, el que daña y muerde y que deteriora al ser humano cuando no hay nada ni nadie con el que comunicarse, ni compartir vivencias, ya sea en soledad individual, o compartida. O más cruel aún, las personas con problemas de comunicación que viven en un silencio perpetuo.
Es muy hermoso ese silencio y las citas que sobre él hacen los filósofos. No quisiera que se olvidara en estas reflexiones ese otro que me parece : denigrante y deshumanizado, el que la soledad conlleva en si misma.
Yo también rompo el silencio para escribir ya que siento que debe haber un tiempo para el silencio donde halla ese recogimiento y reconocimiento de nosotros mismos y un tiempo para la accion por medio de la palabra, para que no la perdamos como decía Mariano José de Larra refiriéndose a los batuecos de no usarla.
ResponderEliminarEl artículo me ha parecido increíble ,pienso que muchas veces tenemos q pararemos a pensar y escuchar nuestro yo,nuestro silencio,seriamos más reflexivos y masfelices
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ResponderEliminarEl profesor de Filosofía JOSE MARIA ROMERO
ha escrito:
En silencio
En silencio acompaña Jesús a sus discípulos camino de Emaús y sólo es reconocido en una acción: al partir el pan. Se despide dejándoles la paz y en paz.
San Juan de la Cruz en su Noche oscura, afirma en silencio que “con sola su figura, vestidos los dejó de su hermosura”.
Cómo llegar a ese estado de identificación con la realidad? Practicando el canta y calla. Alabanza y silencio. Meditación y gratitud. Practicando la acción buena (Vicente Ferrer).
Hoy día somos muchos los seres humanos que habitamos este hermoso planeta. Y cada vez más tenemos todos la posibilidad de reconocernos en la verdad de la vida a través de nuestras propias percepciones y elecciones.
La posibilidad creativa del silencio nos induce a la confianza en nosotros mismos respecto a la realidad. Esa confianza es necesaria para el diálogo con el otro en el que podemos mirarnos como en un espejo. Es la amistad con los otros y con el otro que va conmigo.
Si entendemos el silencio como la ausencia de sonido, la presencia de este ultimo puede ser ruido , algo molesto por definición, o un sonido agradable.
ResponderEliminarEs el ruido interno, sin duda, un obstáculo para dialogar en silencio con nosotros mismos. Pues habla de nuestros miedos, inseguridades, conflictos, etc...y paradójicamente son éstos los que requieren de silencio interno para convivir con ellos primero, aceptarse, como primer paso para superarlos.
Aceptar que somos seres imperfectos, convivir con nuestras zonas oscuras es , a mi parecer , necesario para que los decibelios que ocasionan reduzcan su volumen y nos permitan dialogar en silencio con nosotros mismos, honestamente obvio, como medio para ser mejores.
Creo que ya no puedo añadir más a lo expresado por ti Juan Luis.Me servirán mucho estás reflexiones.Gracias...
ResponderEliminarEl silencio,la meditacion buscada me parece fantastica.Pero el silencio,soledad no buscada la incomunicación etc.me parece un factor de riesgo que debe combatirse con la comunicacion.La comunicacion y todas sus variantes( distraccion salidas,juegos etc )son una de las PREVENCIONES PRIMARIAS de la psiquiatria y psicologia.Mi tesis doctoral trató sobre esto y puede leerse en editorial BUBOK IMPORTANCIA DE LAS INTERRELACIONES ENTRE COMUNICACION Y SALUD MENTAL.Mis saludos y cariño blogeros
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