El primer significado de la buena fama es el renombre que cada uno construye de sí mismo. Así lo refiere el conocido refrán : "Cría fama y échate a dormir". Esta tradición oral considera que uno mismo es igualmente partícipe en crearse mala fama :"Por un perro que maté, me llamaron mataperros". Ambas sentencias transmiten la idea de que la fama es algo que permanece en el tiempo, más allá del presente.
En la actualidad observamos que más que la fama en sí, lo que destaca sobre todo es el lucimiento de quienes la reciben : los famosos. En esta version actual de la fama, no se trata tanto del prestigio sólido de un creador, que el paso del tiempo haya refrendado. Ahora son los intereses comerciales o las modas y las ganancias económicas que conllevan, quienes organizan y distribuyen esta nueva versión de la fama. Estos famosos se expenden en los platós de televisión o en algunos medios y los consagran el número de seguidores que alcanzan en las redes sociales.
Se atribuye al poeta griego Hesiodo, que vivió hacia el 700 a. de c., un dicho acerca de la fama :" La fama es peligrosa, su peso es ligero de principio, pero se hace cada vez más pesado de soportar y difícil de descargar". Tanto él como Homero, atribuyen a la fama, en la Antigua Grecia, la consideración de diosa, mensajera de Zeus, con el nombre de Feme. Hija de la madre Tierra, tenía como misión difundir los hechos y los rumores de los hombres, sin distinguir si eran verdaderos o falsos. Ponía al alcance de todos, tanto las gestas de los héroes como las desgracias de los pueblos. Este conocimiento, que difundía Fama continuaba más allá de la muerte, otorgando de este modo valor de eternidad tanto a los héroes, como a los que había hecho caer en desgracia. El poder de esta deidad hacía que recurriesen a ella, a veces incluso con riesgo de su vida, quienes deseaban alcanzar un reconocimiento eterno.
La divinidad equivalente de Feme en la mitología romana es Fama. El poeta romano Virgilio escribe en La Eneida acerca de ella :" La diosa Fama gozaba regando por los pueblos mil noticias, ciertas unas, calumniosas otras". Representaba la Voz Pública y era invocada por quienes hacían ostentación de obras que los distinguían del resto de las gentes. La diosa se personificaba en un monstruo, dado que representaba un poder demoníaco, tanto de la publicidad verdadera como sobre todo de los rumores. Su representación escultórica, sin embargo era de una hermosa y atrevida doncella que portaba dos trompetas, anunciando con una de ellas la verdad y la calumnia con la otra. Los mensajes de Fama eran difundidos velozmente con efectos inmediatos e imborrables.
En la literatura medieval aparecen con harta frecuencia las obras anónimas. Muchos autores no buscaban entonces la fama, dado que el teocentrismo de la época incluía el homenaje a Dios que toda nueva obra representaba. En último término, todo el mérito se le adjudicaba al Creador que se servía de los hombres como instrumentos. Cada nueva creación era considerada como un acto de culto al Eterno y su autor humano un fiel servidor, que no debía envanecerse de ello.
A mediados del siglo pasado el sociólogo norteamericano C. Wright Mills escribió " La élite del poder ". Definió en su texto que los famosos conformaban" la aristocracia del éxito social ". Ya por aquel entonces señaló la existencia de una cierta "profesionalización de la celebridad", como parte importante del entretenimiento para las masas consumidoras. "El fenómeno, basado en el prestigio social, era la sombra del dinero y del poder y su función era reforzarlo, convirtiéndose los famosos en la vistosa pantalla de ese poder"
En nuestro país, la periodista Margarita Riviere, premio Ciudad de Barcelona de periodismo, recientemente fallecida, publicó en 2009 "La fama. Iconos de la religión mediática ". Afirmaba que "La fama es una competición que fabrica la televisión, dividiendo a la sociedad entre los que actúan y los que miran". Desde bien pronto las personas conocen las ventajas de la fama y las limitaciones del anonimato. Es el gran contraste entre los que triunfan y los desconocidos, entre la notoriedad y los desaparecidos en la masa ingente, al punto que lo contrario de la fama casi equivaldría como a no existir. "La mayoría de los esfuerzos humanos van en la dirección de llamar la atención y la fama fascina, constituyendo el gran premio, al que aspiran multitud de personas que no encuentran otra alternativa" escribe la periodista, concluyendo que los famosos son como los santos, en esta religión de la comunicación.
"Glamourama" es una sátira de la obsesión de la sociedad con los famosos, escrita en 1998 por Bret Easton Ellis, uno de los autores posmodernos vivos más relevante, considerado como el cronista de una sociedad enferma. Este novelista, autor de American Psycho, se sintió atrapado entre las redes de este "culto a la celebridad" tan imperante, que le condujo hasta un odio hacia sí mismo. Afirma textualmente : " La fama se convierte con el tiempo en un lastre con el que uno está condenado a vivir el resto de su vida. Es un monstruo que te aniquila. Uno deja de existir, desaparece, suplantada su identidad por la de un desconocido."
Concluyamos este apartado con el poeta mexicano Gabriel Zaid, miembro de la Academia Mexicana de la Lengua, que en el número de la revista Letras libres dedicado recientemente a "La cultura de la fama" sentenciaba :" El deseo de la fama nace ante la imagen ilusoria de una plenitud inmortal". Respecto a la condición caprichosa de la fama escribía: " El arte de la fama busca el control de una imagen favorable para la atención de los demás. Puede tener cierta eficacia pero el proceso es incontrolable. La imagen adquiere vida propia y la atención de los demás es veleidosa".
La aceptación de uno mismo en su exclusiva y singular individualidad, con todos sus límites, exige un largo recorrido interior. Por otra parte, el Yo no se resigna a aceptar ni la muerte propia, ni "el olvido que seremos", y aunque la promesa de una bienaventuranza eterna no le convence del todo, tampoco le hace oídos sordos. La fama viene a ubicarse entonces, ante esta multitud de individuos desnortados, como una ilusión que consuela o entretiene, según se esté a un lado u otro del escenario. Pero acaso no es también la fama "un olvido aplazado", como decía Ramón y Cajal.
Concluyamos con una letra de las sevillanas tituladas :"Pasa la vida", cantadas en la feria de Abril, hace unos días:
" Pasa la gloria, nos ciega la soberbia, pero un día pasa la gloria y ves que de tu obra ya no queda ni la memoria. Pasa la vida igual que la corriente del rio cuando llega al mar y yo camino indiferente, allí donde me quieran llevar"
¿Y TÚ QUÉ PIENSAS?.
Hoy día la fama parece ser la meta de la juventud. Ser famoso equivale a existir ; no serlo es estar muerto. Nunca ha sido la fama tan efímera y ta vacía. Famosos de la canción, futbolistas, blogs que imponen normas de moda y comportamientos sociales de una calidad más que discutible. ¿CUantos intelectuales famosos encontramos hoy día?Me atrevería a decir que que están mal vistos. En mi opinión vivimos en un mundo superficial y falso en el que lo único importante es ser famoso y hacerse rico por ello. No me gusta la deriva que está tomando la sociedad en la que todo vale con tal de salir en la tele o en cualquier medio digital. Obviamente soy de otra época.
ResponderEliminarCRISTINA desde la rebotica de su FARMACIA comenta:
ResponderEliminarCreo que el exceso de importancia que la sociedad actual da a personas que se hacen "famosas" por hechos banales, insustanciales, incluso absurdos, se debe al exceso de apariciones en medios de comunicación de personajes que en realidad no han hecho nada interesante y que solo comercializan sus vidas o relaciones, pretendiendo vivir sin trabajar. Por desgracia esto es algo que muchos consiguen y es un ejemplo malísimo para una juventud que cada día valora menos el esfuerzo.
Es muy triste que haya tantos seguidores de este tipo de personajes. Yo pienso que esto nos lleva a una sociedad cada vez más superficial y frívola.
Desde luego, yo prefiero el anonimato. Los verdaderos hombres "grandes" no necesitan la fama. Creo que ese afán por "ser conocido" puede ser debido a un ego exagerado o a una inseguridad en uno mismo que hace que busquen aplausos de los otros. Incluso una buena fama ganada con esfuerzo no aporta mucho a una vida. Lo que realmente satisface a alguién que consigue un logro importante no es la fama que provoca, sino la satisfacción con uno mismo por lo conseguido y los efectos positivos que ese logro tiene en la vida de los demás. Al menos eso creo yo.
Bueno amigo, otra vez me enrollo demasiado. Gracias por hacerme partícipe de tus siempre interesantes reflexiones. Un fuerte abrazo.
PEPE MONTERO economista ha comentado:
ResponderEliminarCreo que los seres humanos siempre han perseguido la fama en cuanto va ligada a la consecución del poder en sus múltiples acepciones.
Lo que si ha cambiado, es la forma de alcanzarla.
Ahora en TV y redes y antes con el trabajo y el esfuerzo.
En el fondo Fama = Poder
La fama para mí a de ser aquélla que aporta no solo satisfacción personal que también,pero, además que implique o impliquen aportaciones a la sociedad cómo tal. La fama sin contribuir a una cultura mas avanzada no es mas qué la búsqueda de interés personal y eso para mi es pura forma de marginar el reconocimiento del esfuerzo y la pasión de aquéllos que sé entregan en cuerpo y alma a los logros dé su profesión. Estos que copan los medios de comunicación que de manera insistente nos atiborran de programas con perdón basura y o repitiendo una Y otra vez "azañas " Insignificantes son solo la aprobación de una sociedad cada vez más absurda y deprimente.
ResponderEliminarComo siempre gracias Juan por tus preguntás y las reflexiones un cordial saludo.
MIGUEL GARRIDO Profesor de Psicoterapia en la Facultad de Psicología de Sevilla comenta:
ResponderEliminarQue bien seleccionados
pensamientos sobre la fama que nos puede hacer perder la cabeza.
Me ha gustado mucho como vas desde los aspectos de
estima personal hasta la gloria y el ridículo de lo efímero.
Quien no desea ser inmortal?
y ahí sitúas muy bien el ardor guerrero por triunfar y ser mirado por los otros. Nuestra vida se serena cuando nos conocemos y disfrutamos de los que nos rodean sin necesidad de más fama.
Hoy día como bien explicas a través de varios autores, la fama en un mundo utilitario y despersonalizado , es un producto más del mercantilismo.
Como dicen, “que hablen de ti aunque sea mal” . La fama sin un sustrato ético y profundo es paja mojada. Las decepciones que conducen a las adicciones tienen mucho que ver con la fama del utilitariamo de las personas.
El clásico “trepa” hasta toda su vida para ser famoso a costa de lo que sea.
Gracias por tan jugosas reflexiones.
Y por hacernos conscientes de las cosas importantes de la vida. Como suelo decir “ somos importantes pero no imprescindibles”, así que podemos dormir tranquilos sin la fama.