Tras abordar durante los meses anteriores la reflexión crítica y la cuestión de la escucha, nos referiremos hoy al contenido de nuestras conversaciones. Antes que nada conviene detenerse en la actitud que tienen los que conversan. No consideraremos como conversación la habitual palabrería egocéntrica de quienes en verdad, no reconocen al otro como interlocutor, puesto que lo único que les importa es hablar de lo suyo. Igualmente no comunicamos nada de interés en el parloteo común tan frecuente como insustancial. Descartados estos supuestos : ¿ qué objetivos se persiguen en la comunicación? ¿tratamos de prevalecer sobre los otros interlocutores, reforzando así nuestras posiciones ? o ¿ tal vez a través de escucharles sepamos, reconociendo las diferencias, incorporar algo nuevo a nuestros saberes ?. Otra cuestión, también preliminar, sería conocer cómo está cursando la comunicación entre los humanos en nuestra era digital. Sherry Turkle (Brooklyn 1948) profesora de Estudios Sociales en el Instituto de Tecnología de Massachusetts, publicó en 2015 :"En defensa de la conversación". Esta reconocida estudiosa de medios, ha encontrado en su investigación, que a pesar de la comunicación constante a través de la tecnología, las interacciones cara a cara que fomentan la empatía y la autorreflexión, están disminuyendo. Prefieren, sobre todo los más jóvenes, los mensajes de texto y las redes sociales. Se sacrifican así conversaciones profundas y significativas a cambio de estas conexiones virtuales que suelen ser más superficiales. Incluso los intercambios presenciales, cuando hay móviles en la escena, distraen la interacción entre los hablantes. Según esta investigadora, la dependencia de la tecnología crea barreras, obstaculiza las conexiones emocionales y deteriora las habilidades sociales.
Para avanzar sobre la naturaleza de la comunicación en nuestro tiempo, será necesario considerar el lugar que hoy ocupa el relato, entendido como una narración estructurada en la que se representan sucesos a través del lenguaje. ¿ Qué valor y sentido tienen nuestra capacidad narrativa respecto al contenido de nuestra comunicación? . De un modo preferente planteamos si tener elaborado el relato acerca de uno mismo, repercute en los intercambios que mantenemos con los otros. Si narrar consiste en contar a otros una experiencia subjetiva, quizá no se entendería que se pueda hacer adecuadamente, si no se tiene una conciencia expresa de la propia historia personal.
Según el entonces Presidente de la República francesa, cuando Paul Ricoeur falleció en 2005, " la tradición humanista europea perdió uno de sus más talentosos exponentes". Este filósofo francés sostiene en su obra "Tiempo y narración" que la identidad personal es posible en la forma de una identidad narrativa. Esta identidad narrativa es un relato autobiográfico que cada uno hace de su propia vida. Según Ricoeur "este relato personal incluye tanto elementos prospectivos orientados hacia el futuro, mediante la palabra dada o el compromiso que el sí mismo adquiere con el otro, como retrospectivos de contemplar el pasado. La identidad personal no es por tanto inmutable".
Nuestro flamante premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades, el ensayista alemán Byung Chul Han, intérprete del mundo en que vivimos, escribió en 2023 : " La crisis de la narración." Distingue entre las historias que nos contaban nuestros antepasados y la actual transmisión de información por parte de una pléyade de comunicadores. Aquellos narraban cuanto era importante en las relaciones humanas. Los actuales influencers cuentan sus pseudo-relatos saturados de imágenes, con la intención de suscitar en los oyentes una emoción, que les interesa para sus fines políticos o publicitarios. Diferencia así " la verdadera narración que articula el ser, de otras múltiples narrativas que no dan estabilidad a la vida". Para este comunicador, de origen surcoreano, la verdad en sentido enfático tiene un carácter narrativo. "El final de los grandes relatos que da paso a la posmodernidad, se consuma en la sociedad de la información : la información es lo contrario de la narración". Seguidor del filósofo Walter Benjamin se pregunta con él si toda enfermedad no sería curable con tal de que se dejara llevar por la narración. Sigmund Freud, padre del Psicoanálisis, había postulado igualmente que los trastornos psíquicos denotan un bloqueo en la narración de la historia del sujeto. Escribir la propia vida sería pues una cierta forma de sanación.
El profesor de Neurociencia de la Universidad de Barcelona Oscar Vilaroya publicó en 2019 : "Somos lo que nos contamos ". Proponía en este texto titular al ser humano como "homo narrator" mejor que "homo sapiens". Sostiene que existe en la genética cerebral una disposición para entender el mundo a través de la narrativa pero que también hay que desarrollarla. "Narrar es la manera que tenemos los humanos de estar en el mundo y comprenderlo. Estamos hechos para llenar cualquier vacío explicativo con una narración verosímil, razonable y eficaz, incluso aunque no sea veraz" escribe este doctor en ciencia cognitiva.
Con la publicación de "Sin relato" obtuvo en 2024 la escritora y psicoanalista Lola López Mondéjar ( Molina de Segura,1958) el premio Anagrama de Ensayo. El subtítulo nos pone en la pista de su contenido :" Atrofia de la capacidad narrativa y crisis de la subjetividad". Coincide su "diagnóstico" con la reconocida sentencia de otra escritora, Margaret Atwood, de épocas y geografías bien distintas, ( Otawa, 1939 ), :" Las historias son las que nos hace humanos. Sin ellas nos perderíamos en la confusión del mundo". Preconiza nuestra autora que el ser humano es fundamentalmente un buscador de sentido que al narrarse construye su identidad individual y social. Comentando su experiencia clínica resalta que encuentra cada vez más personas cuyas historias son una sucesión de anécdotas sin un yo que les diera continuidad, incapaces de trasformar lo que les acontece en una experiencia subjetiva. Presentan estos pacientes un vaciamiento del mundo interior que se ha visto agravado en los más jóvenes, inmersos en una cultura digital y por tanto con una atención más fragmentada. "Poner límites a la digitalización es una tarea imprescindible para recuperar la presencialidad, la conversación y el pensamiento crítico" se lee en el comentario a su texto, cuando recibió el galardón literario señalado.
Reflexionar de forma crítica, escuchar atentamente en silencio y elaborar el relato de sí mismo: han sido las cuestiones que hemos desarrollado en las ultimas entradas del blog. Tanto en los grandes filósofos, como en las psicoterapias por la palabra, al igual que en las narraciones inmortales, se pueden encontrar fundamentos de estos asuntos.
¿ Y TÚ QUÉ PIENSAS ?.
Partidaria del relato, no sé hacerlo sin mi propia subjetividad. Mis relatos soy yo misma encarnada o camuflada en apariencia de personaje. Escribo para expresar mis vivencias , mi yo existencial, mis miedos e ilusiones. Harta de tanta información descarriada abogó por la comunicación cara a cara o a través del papel como vehículo trasmisor
ResponderEliminarPrecisamente hoy comentaba con mi pareja que considero a la acción de escuchar como una de las formas más claras de generosidad. Le regalas tu tiempo, que es de lo mas valioso que tenemos.
ResponderEliminarRespecto a la narrativa y el relato....benditos los/las narradores, divulgadores, escritores en general.... aquellos que poseen esa capacidad de expresión y además quieren compartirla.
Conozco a muchas personas, entre las que me incluyo, que escriben solo para ellas, como forma de separarse un poco de la sujetividad ...frente a cualquier situación, pero no sienten la necesidad de hacer público sus escritos.
Si hablamos del titulo del blog que nos ocupa, la elaboración del relato de uno mismo, sinceramente creo que eso solo le interesa al que lo elabora. En el momento que el relato va dirigido a los demás se llena falsedades mas o menos justificadas ...consciente o inconscientemente.
Buen tema, JuanLu, que da para mucho.
ResponderEliminarEl relato de uno mismo, se llame diario, memorias, confesiones o autobiografía puede variar en función de cual es su destinatario y cuál es el objetivo de relatarlo. Si es para uno mismo, diarios sobre todo, puede que sea una forma de reflexión, un desahogo íntimo. Y como tal, más sincero, más neutral, con menor dosis de subjetivismo. Pero si se elabora para publicarlo y más aún dependiendo cual sea el objetivo de esa publicación, la dosis de subjetividad y justificaciones a lo descrito puede ser tremenda. Como decía Gabriel García Márquez en sus memorias, "Vivir para contarla", la historia no es lo que sucedió sino lo que uno cree que pasó y cómo lo hizo. Salvo masoquistas exhibicionistas, a nadie le gusta exponer a otros su peor imagen, todos edulcoramos y justificamos nuestros actos, nadie es culpable.
Si además con su publicación pretendemos otros fines, entonces las variaciones del producto, frente a la fuente que inicialmente lo dio a la luz, pueden ser infinitas.
Y respecto a la importancia que tenga ese relato pues diría que lo mismo más la añadida derivada de la importancia del que relata. No tiene el mismo interés el relato de un conocido escritor o personaje que la de un anónimo individuo a quien a nadie interesará por muy bien que escriba. Aparte de que lo que diga y a quien le afecte pueda derivar en daños a terceros.
Después depende también de la empatía del relator hacia sus relatados. Hay quien no la tiene y quien se esmera en no hacer (mucho o poco) daño a esas terceras personas que pueden ser amigos o familiares. Generalmente las autobiografías publicadas en vida de los protagonistas generan conflicto. Cerca tenemos la de Mario Vargas Llosa y, como estoy seguro sucederá, las que en esta semana verán la luz de nuestro Emérito.
Todo un mundo y un género literario el del relato de uno mismo.
No creo que sea posible vivir sin hacer un relato interior de uno mismo, no para contarlo a los demás, ni para escribirlo en diarios o memorias, todo esto sería adicional, sino para poder tener conocimiento de lo que somos, de lo que hacemos y de porqué lo hacemos.
ResponderEliminarEse relato mental se construye dia a día con nuestras experiencias, relaciones, lecturas, con los relatos de los que nos rodean...por eso es importante seleccionar en lo posible los relatos/informaciones a los que prestamos atención, porque creo que muchas veces distorsionan o empobrecen nuestro propio autorelato.
Para conocerse a uno mismo también hace falta silencio, silencio físico y mental. Nuestra mente, esa "loca de la casa" que no para de mandarnos ideas, imágenes, palabras...muchas veces sin ton ni son, a la que mantenemos demasiado activa y sobreexvitada en el día a día de nuestras vidas actuales, también necesita paz y silencio para poder ser conscientes de lo que somos, es decir construir nuestro relato, en profundidad.